sábado, 26 de enero de 2013

Capítulo 16 : La Caza Parte 1/2

Bueno, aquí tenéis el capítulo 16 después de un mes. Sentimos haberos hecho esperar tanto tiempo. Al final vamos a desgastar la frase de tanto usarla. Disfrutadlo.


Me despierto a la mañana siguiente un poco desorientada. Estoy en la habitación de Drew, entre sus brazos. Me siento tan cómoda, que no quiero que nada perturbe esta paz. Pero como no suelo tener mucha suerte, mi estómago empieza a gruñir. Me río entre dientes y abrazo con fuerza a Drew.

-¿Ya estás despierta, pequeña sinsajo?
-Sí. ¿Te he despertado?
-No, hace rato que estoy mirándote dormir.
Me acaricia la mejilla y como siempre, me ruborizo en el lugar en el que su piel roza la mía.
-¿Tienes hambre, princesa?
-Un poco.-últimamente las sonrisas me salen con mucha naturalidad y facilidad, más incluso que en el Distrito 12.-¿Qué hora es? ¿No será muy tarde, no?
-Tranquila, son solo las nueve y cuarto de la mañana. Nosotros no desayunamos nunca antes de las diez.
-Vale, yo voy a vestirme a mi habitación.
A la de Sheyla, corrigo en mi fuero interno.
Salgo del cuarto de Drew y voy derecha a mi armario. Tengo que darme prisa, ya que cuanto antes termine, antes estaré con él.
Cuando estoy a punto de terminar, entra Kissa por la puerta. Me recuerda con su raro acento que es mi estilista, y que ella decide la ropa que me pongo. Coge el traje gris perla que me puse ayer y lo deja encima de una silla. Después rebusca entre un montón de ropa que no he visto nunca, y escoge unos pantalones marrones, una camiseta negra y unas botas. El atuendo ideal para ir de caza.
Hace tres años fui con mamá al bosque y me enseñó a cazar. Como ella tiene su arco de la Revolución, ahora yo uso el suyo, el que tenía antes de los Juegos.

-¿Por qué me pones esta ropa, Kissa?
-Imaginaba que ya lo supondrías. Quizá...-se agacha y coge algo de debajo de la cama-...esto te aclare las ideas.
En sus manos hay un arco y un carcaj. Mi arco y mis flechas.
-¿De dónde los has sacado? La última vez que los usé estaba en el bosque del Distrito 12.
-Ya te lo explicaré más tarde. Y mientras esperas, ¿podrías evitar fruncir el ceño como tu madre cuando la he vestido?
Eso obviamente consigue que lo frunza. Ella se ríe y me conduce hasta la cama.
-Ven, te trenzaré el pelo. Te pareces mucho a tu madre, ¿sabes?
-Sí, lo sé. Me lo suelen decir mucho.
-Mi padre siempre pensó que tu madre era especial. Tenía razón.
-¿Tu padre conocía a mi madre?
-Sí. Se llamaba Cinna.
-Espera...¿tu padre era el estilista de mi madre? Pero si no te pareces a él. Quiero decir, he visto vídeos en los que sale en las entrevistas de mi madre.
-Era mi padre adoptivo. Mis padres y él eran muy amigos, pero una semana después de nacer, mis padres murieron. Él se hizo cargo de mí.
-¿Cuánto tiempo pasó entre eso y los Juegos de mi madre?
-Dos meses. Después de su muerte, su amiga Tigris me cuidó y me educó para ser estilista. Puede que no fueran mis padres, pero para mí, Tigris siempre será mi madre y Cinna mi padre...

Y la conversación termina a la vez que mi trenza. Miro el reloj. Son las diez menos veinte. Tengo bastante hambre, así que voy a buscar a Drew.
Cuando entro, oigo el repiqueteo del agua en la ducha. Bueno, supongo que no pasará nada por entrar y echar una miradita.
-¿Pero qué estoy diciendo?-lo digo en un susuro, pero me parce estar gritándolo.-No voy a entrar en su baño y mirarle mientras se ducha...
Vale, reconozco que el autoengaño lo tengo por las nubes y la fuerza de voluntad por los suelos.
En vez de eso, me pongo a observar la habitación. Hay algo en concreto en lo que me he fijado al entrar.
Junto a la cama, en una pequeña mesita, hay una fotografía. En ella sale una mujer sonriente y feliz, con unos grandes y profundos ojos verdes, y una cabellera rubia. Debe de ser la madre de Drew.
En ese momento, entra en la habitación con una toalla en la mano y el pelo reluciente de la ducha.

-Hola.-Mi voz suena tensa, ojalá no sonara tensa. Señalo la fotografía.-¿Es tu madre?
-Eso dice mi padre. Nunca la llegué a conocer. Murió a los poco meses de nacer yo. Se puso muy enferma, pero no sé bien lo que le pasó. Mi padre no suele mencionarla.-Aunque intenta ocultarlo, se nota que le entristece hablar de ella-.
-Oh...-me siento mal por su pena, sobre todo porque se la he provocado yo al preguntarle por su madre.-Lo siento, no debería haber...
-No te disculpes, sienta bien poder recordarla. No lo hago a menudo.
Me coge de la mano y se fija en mi ropa.
-Bonito atuendo. ¿Vas a escalar alguna montaña?
-En realidad, creo que voy a cazar. No tienes que venir si no quieres.
-Me gustaría, pero creo que voy a prepararle una trampa a alguna magdalena indefensa.
Se ríe de su propio chiste y me da un beso en la frente.
Camino despacio hasta la habitación de mi madre. La encuentro allí, vestida con unos pantalones azul oscuro y una camisa blanca con un cinturón marró y enorme a la altura de la cintura. Ahora entiendo el comentario de Kissa sobre su ceño fruncido.

-¡Pero qué guapa! Nunca te habia visto así vestida.
-Ya, pero siguen sin gustarme los tacones.-Se mira los pies y yo hago lo mismo, y veo unos tacones negros no demasiado altos-.
-Deberías vestirte así de vez en cuando. Te sienta muy bien.
-Gracias.-Sonríe un poco y me mira un poco sorprendida.-¿Vas a cazar?
-Eso tengo entendido. A mí también me ha extrañado que Kissa me pusiera esta ropa.
-Bueno, pero primero deberías desayunar algo. No creo que te guste desayunar un conejo, suponiendo que consigas cazar uno.
Se que me ha dicho eso para picarme, pero yo entro al juego igualmente.
-¿Estás diciendo que no soy capaz de cazar ni un conejo? Bueno, pues ya veremos quién tiene razón.
Me río y dejo las tonterías.
-Sí, creo que iré a comerme un bollo o algo parecido.-Sonrío y me dirijo a la puerta.-Deberías darle las gracias a Kissa por esa ropa. A propósito, pregúntale por su padre. Creo que te gustará hablar de él. No tardaré en volver, lo prometo.-Vuelvo ha su lado y le doy un beso en la mejilla-.

Salgo al pasillo y bajo a la cocina. Por el camino me encuentro a Sheyla y le doy los buenos días.
Entro en la cocina dando pequeños saltitos, pero me paro en seco al ver a Drew hablando con Gale.
-Buenos días.-Me aclaro la garganta y me acerco a ellos-.
-¿Qué te apetece desayunar, Catnip?
-¿Catnip? ¿Es así como te llamas?
-Sí, señor Hawthorne. Lo eligió mi madre, y siempre le he oído decir que me llamó así porque ese nombre le trae buenos recuerdos.
Me callo y espero que pique el anzuelo que he lanzado para que me odie un poco menos. Gale se queda pensativo y me mira.
-Es un buen nombre.-Y me sonríe-.
-Gracias.-le devuelvo la sonrisa y miro a Drew, que ha contemplado la escena en completo silencio.-Decide tú el desayuno, confío plenamente en tu buen criterio. Aunque siento debilidad por los panecillos de queso. Los suelo comer los domingos cuando los hace mi...-se me había olvidado que papá es un tema espinoso en esta casa. He estado a punto de meter la pata hasta el fondo.-Creo que será mejor que cierre la boca y me vaya a cazar.
Con un poco de suerte traeré algo para la cena.